Contame algo lindo....

Contame algo lindo....
Para conocer relatos de barrio, de música, de nuestra historia y de quienes la forjaron....

19 mayo, 2008

Situación notable


Unos pasos detrás de donde termina la avenida central de la Recoleta, se ubica el panteón de la familia de Manuel Ocampo, padre de 6 hijas. Entre ellas, se destacaron Victoria (la mayor) y Silvina (la menor), genuinas representantes de su clase social y ambas ligadas al ambiente literario. A pesar de haber vivido junto a Silvina durante 59 años (contando los 6 de noviazgo), para Adolfo Bioy Casares, la tradición del apellido fue más fuerte y cada uno está enterrado en su propio panteón familiar. O quizás todo se reduzca a la animadversión que en vida se tuvieron Bioy y su mítica cuñada y que él haya preferido el descanso eterno lejos de ella..... (Extraído de "Buenos Aires tiene historia" - Watson, Rentero y Di Meglio - Editorial Aguilar).

Un agitado descanso


La tumba de Juan Facundo Quiroga tiene una historia muy enredada. En 1836, un año después de su asesinato en Barranca Yaco, su viuda solicitó al Restaurador que los restos del caudillo riojano fueran trasladados del cementerio de los canónigos, ubicado al lado de la Catedral de Córdoba, a un predio que ella había adquirido en el Cementerio del Norte. Ubicado a metros del acceso principal, sobre la que por entonces se conocía como "Avenida de las Alamedas", fue amurado y empotrado en la pared trasera de su sepulcro, según su pedido. Una sencilla verja, a la vieja usanza, lo separaba de la avenida. Bastante más tarde llegó de Milán, para presidir su túmulo, una Dolorosa en mármol de Carrara esculpida por Antonio Tantardini. Quiso verse en ella un retrato de su viuda, pero ésto es "puro cuento": el italiano ya había realizado una para el cementerio de Génova. En cambio, es probable que ésta fuese la primera "obra de arte" que se colocó en la Recoleta. En 1877, al morir Rosas en Southampton, un grupo de seguidores quiso oficiar una misa en su memoria. Esto enardeció a los descendientes de los "mártires unitarios" que se dieron cita en el cementerio, y se la agarraron con lo primero que se toparon a su paso: la tumba del "Tigre de los Llanos". Los restos de Facundo desaparecieron incluso de los registros del camposanto. En diciembre de 2004, el féretro fue encontrado detrás de una pared falsa de la bóveda de la familia Demarchi. ¿Qué había ocurrido? Antonio Demarchi, yerno de Quiroga, temió que el cadáver fuera ultrajado. Con gran celeridad mandó levantar una pared en su propio panteón familiar, detrás de la cual ocultó de pie el féretro de bronce. Al parecer, sus descendientes siempre supieron que estaba allí, pero desconocían detrás de cuál pared. (Extraído de "Buenos Aires tiene historia" - Watson, Rentero y Di Meglio - Editorial Aguilar)

17 mayo, 2008

En algún punto de su dial

Desde su fundación en 1920, la radio fue instalándose en el centro de la vida cotidiana de las familias: radioteatros, partidos de fútbol, música, humor, noticias y hasta discursos políticos se escuchaban en el hogar y gracias al cine, los ídolos de la radio se convirtieron en rostros familiares. La radio unificó simbólicamente y contribuyó a la identidad de la sociedad argentina. En la década de los 30 al aire de la radio se le decía "eter", a los locutores se los conocía como "speakers", a los avisos publicitarios se los identificaba como reclames y a las emisoras se las llamaba "broadcastings". Por iniciativa del pionero Jaime Yankelevich, Radio Nacional, que a partir de 1932, luego de un concurso público pasara a llamarse Radio Belgrano, comienza a transmitir en cadena al interior del país. A partir de 1930, el radio receptor toma un lugar central e incondicional en cada hogar. El género del radioteatro es una de las iniciales pasiones populares. Novelas como Chispazos de tradición, de José Andrés González Pulido, influyeron poderosamente sobre la vida cotidiana: en su horario casi nadie hablaba por teléfono. Las grandes tiendas del centro se vieron obligadas a colocar altoparlantes en sus salones para que las clientas no se perdieran el capítulo del día. En aquella Argentina de rasgos aldeanos, mucho se aprendía de la radio, como los inmigrantes que, a fuerza de escuchar, se familiarizaban con el lenguaje de su nuevo país. Los ídolos de la gente ya no eran tan lejanos. Lo que más atraía de la radio era su indudable practicidad y utilidad. Los informes sobre la Guerra Civil Española y las transmisiones desde el Colón; los concursos con premios y los partidos de fútbol transmitidos desde las canchas; los bailables en vivo y el candoroso humor de la época, todo llegaba sin que el oyente se moviera de su casa. En cualquier noche, era posible captar el programa más popular, pero también el mensaje más sofisticado. LR1 Radio El Mundo, LR3 Radio Belgrano y RL4 Radio Splendid llegaban, mediante cadenas, a 45 emisoras de todo el país. Cada una con público propio, protagonizaron la edad de oro de la radiofonía nacional. A partir de 1951, cuando llegó la televisión, la radio debió admitir un reparto en las preferencias populares. Muchos temieron por su desaparición, en especial porque "la pantalla chica" se apropió de géneros, personajes y artistas consagrados en la radio pero, con ahogos y desmayos, la radio siguió adelante, recuperó su lugar y hoy, a más de 80 años de su fundación goza de buena salud y proyección futura. (Carlos Ulanovsky - Historia Visual de la Argentina).

Dieguitos y Mafaldas - Joaquín Sabina

Era una de sus preferidas..... disfrutaba de su letra por el amor que le tuvo a Diego Maradona.

El carbonero



La noche del 20 de marzo de 1890 fue abandonado en uno de los orfanatos de la ciudad, situado en la avenida Montes de Oca, un pequeño que, según calcularon las señoras que atendían a las criaturas tendría 10 días de vida. Un cartel entre su ropa informaba que se llamaba Benito Juan Martín. Para registrarlo en la entidad, el tercero de sus nombres pasó a ser su apellido. Los primeros 6 años de su vida, el pequeño Benito Martín los pasó en el orfanato, hasta que lo adoptó el matrimonio compuesto por Justa Molina y Manuel Chinchella, un inmigrante italiano que vivía en la Boca y trabajaba de carbonero, una profesión fundamental en tiempos en que las cocinas funcionaban a carbón. En su nuevo hogar, el niño debe haber tomado trozos de carbón para dibujar algún paisaje o retrato. Por supuesto que dejó de ser Benito Martín, ya que a su "apellido" le agregó el de su padre adoptivo. Y se convirtió en Benito Chinchella Martín...o Quinquela Martín, como lo conocemos. (Extraído de "Historias insólitas de la historia argentina" de Daniel Balmaceda - Edit.Norma).

Tranvías eléctricos en Buenos Aires



El primer tranvía eléctrico que apareció en Buenos Aires fue en el año 1897. Por iniciativa del ingeniero estadounidense Charles Bright, el 22 de abril cubrió el trayecto entre Avda. Las Heras y Scalabrini Ortiz, Palermo y Plaza Italia, entonces conocida como Portones. La primera línea permanente unía Plaza de Mayo con el Parque 3 de Febrero a través del Paseo de Julio, hoy Avda.Leandro N.Alem. Los coches, abiertos, de dos ejes, con asientos de lado a lado, circulaban a no más de 30 kms. por hora. El motorman lo conducía, pero debía confiar ciegamente en el guarda que controlaba el trole que alimentaba al tranvía con electricidad desde los cables que pendían sobre el vehículo. Cuando el trole se zafaba de su guía, el motorman no tenía más remedio que aplicar los frenos. Esos primeros tranvías fueron trasladados en 1922 a Mar del Plata, e inauguraron al mismo tiempo el servicio eléctrico de esa ciudad. (Extraído de "Las mil y una curiosidades de Buenos Aires" de Diego Zigiotto - Editorial Norma).

16 mayo, 2008

Nada - Juan C.Baglietto y Lito Vitale

El árbol de Avellaneda


Después de Caseros, los extensos terrenos de Juan Manuel de Rosas, que abarcaban buena parte de Palermo y llegaban a la avenida Monroe en el barrio de Belgrano, fueron confiscados por el gobierno. Acorde con las necesidades del momento, durante la presidencia de de Domingo F.Sarmiento surgió la iniciativa de transformarlos en un parque de recreación para los porteños, donde se prohibiera por siempre edificar. Así nació el Parque 3 de Febrero, fecha que conmemora la batalla de Caseros. La intención de Sarmiento era inaugurarlo el 12 de octubre de 1874, último día de su mandato, pero las obras se demoraron y no hubo más remedio que postergar el acto hasta el año siguiente, ya iniciada la presidencia de quien había sido su ministro de educación, Nicolás Avellaneda. El jueves de noviembre de 1875 fue el día estipulado para la demorada inauguración. Pero sucedió que en medio de los preparativos tuvo lugar una disputa insólita. Sarmiento quería simbolizar el nacimiento del parque plantando él mismo un arrayán que había encargado traer desde Chile. El presidente Avellaneda, en cambio, sostenía que sería él quien tomaría la pala de plata, confeccionada para la ocasión y que el árbol debía ser una magnolia que le había elegido su mujer, la Primera Dama Carmen Nóbrega. Ninguno de los dos daba el brazo a torcer. Sarmiento, que presidía la comisión, aceptaba no ser el plantador, pero explicaba que había que llenar la ciudad de arrayanes, no de magnolias. Avellaneda argumentaba que ya tenía preparado su discurso con una alegoría acerca de las magnolias y su relación con las primeras habitantes de estos pagos. Sarmiento insistía. "La magnolia desaparecerá en poco tiempo, necesitamos un árbol perdurable. El duelo de los dos testarudos continuó hasta pocas horas antes de la inauguración. Aquella mañana, ante 30.000 concurrentes, Avellaneda plantó la magnolia. Sarmiento dijo, entre otras cosas: " ....Aquí el brazo argentino triunfó !, para que quedara en claro que Rosas, 20 años después, seguía al tope de la lista de los odios. Cuando terminó su elocuente discurso, Sarmiento invitó al presidente Avellaneda a realizar el acto simbólico. Con una mirada fulminante, le dijo: "En nombre de la comisión popular que presido, os ruego que plante un .... arbolillo en conmemoración de éste día". La palabra "arbolillo" que retumbando en el aire. Avellaneda arrancó: "Queda plantado por mis manos un ....árbol en conmemoración de esta fiesta." (Extraído de "Historias insólitas de la historia argentina" - Daniel Balmaceda - Editorial Norma).

Confitería Del Molino


Después de 137 años de reunir a los porteños, la Confitería Del Molino cerró sus puertas el 23 de febrero de 1997. Azotado por los vientos de una severa transformación económica, el Molino dejó de girar, pese a que los que amamos nuestro pasado guardamos la esperanza de que algún día vuelva a abrirse. Este lugar fue incluido en una lista considerada por la Unesco para ser declarado patrimonio art nouveau internacional. La historia del Molino comienza en 1850, cuando dos reposteros italianos, Constantino Rossi y Cayetano Brenna compraron la entonces Confitería del Centro en la esquina de Federación y Garantías (hoy Rodriguez Peña y Rivadavia). Luego la rebautizaron Antigua Confitería del Molino, porque en un ángulo de la plaza Congreso trituraba granos el primer molino harinero de Buenos Aires. El lugar fue adoptado por la alta burguesía, señoras "bienudas" y elegantes caballeros vestidos de etiqueta se volcaron al amplio salón y conocieron las exquisiteces del establecimiento. Especialmente el merengue, el marrón glacé, el pannettone de castañas y el imperial ruso curiosamente conocido en Europa como "postre argentino", ya que fue creado por Cayetano Brenna en 1917 para solidarizarse con la dinastía zarista, cuando los bolcheviques asaltaron el Palacio de Invierno. En 1904, Callao era una calle de tierra llena de árboles, pero Brenna como buen italiano ahorrativo, adquirió la esquina que formaba con Rivadavia. Siete años más tarde compró la casa de Callao 32 y en 1913 la de Rivadavia 1915. Mientras en Europa azotaba el fantasma de la Primera Guerra Mundial, don Cayetano Brenna decide construir en esos lotes unos de los edificios más altos de la ciudad. Mandó traer para ello todos los materiales de Italia: puertas, ventanas, mármoles, manijones de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 metros cuadrados de vitraux. En 1917 se efectuó la gran inauguración. Los legisladores abrían allí sus cuentas corrientes y Brenna los atendía con levita. El Molino se había convertido en un verdadero foro para el debate, la conversación y las citas amorosas. Entre los dulces, las infusiones interminables y la buena comida, la historia del arte y la política ocupó un lugar definitivo dentro de este recinto. Por las mesas del Molino pasaron Alfredo Palacios, que casi siempre pedía coñac, café y medialunas; Carlos Gardel, que le encargó especialmente a Brenna un postre para regalarle a su amigo Irineo Leguisamo (así fue como se inventó "el Leguisamo, una exquisita combinación de bizcochuelo, hojaldre, merengue, marrón glacé y crema imperial con almendras). Lisandro de la Torre y Leopoldo Lugones también bebieron copetines allí. El tenorTito Schipa saboreó la champaña y la soprano Lili Pons comió pequeños sandwiches de miga; mientras Nini Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón tomaban café con masitas secas, aunque ninguna compartía su mesa con la otra. "Las chicas de Flores tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino", escribió Oliverio Girondo, quien fuera otros de sus asiduos concurrentes. En el Molino, Roberto Arlt daba cuerpo a sus Aguafuertes Porteñas y en una de ellas, el mordaz narrador se burló del francotirador que se había amotinado en la confitería durante la revolución de 1930. La muerte de Brenna en 1938 marcó el fin de la belle époque y una nueva etapa se abrió para El Molino, ahora regenteado por Renato Varesse hasta 1950 y el pastelero Antonio Armentano, hasta 1978. Este último vendió el fondo de comercio y la marca a un grupo de personas que un año después presentaron la quiebra. En ese momento los nietos de Cayetano Brenna salieron al rescate del patrimonio histórico y lograron volverlo a la vida. Con la vorágine cotidiana y las nuevas costumbres, se fueron introduciendo en la confitería muchos cambios, como un salón bar y un mostrador para comidas rápidas, aunque siempre mantuvo su tradicional estilo. La Confitería del Molino, con su magnífica torre aguja, sobre la ochava, sus vitraux y ornamentaciones, fue perdiendo luz y color. Fue muriendo lentamente, mientras poco a poco albergaba a menos parroquianos en sus mesas. Su brillo había quedado arrumbado en algún arcón del pasado. (Extraído de www.almargen.com.ar).

Libertango de Astor Piazzolla

14 mayo, 2008

Plaza Dorrego y su historia


Antes que las multitudes la visitaran los domingos, previamente a la instalación en sus rincones de artistas, músicos, tangueros y visitantes de toda clase, hubo una larga trayectoria, un largo camino histórico recorrido en la Plaza Dorrego, uno de los lugares más representativos de San Telmo. Después de la Plaza de Mayo, la plaza más antigua de la Ciudad de Buenos Aires es la Plaza Dorrego (antes llamada "Plaza de la Residencia" y luego "Plaza de Comercio)), testigo de relevantes acontecimientos históricos. Uno de ellos fue el reconocimiento de la Independencia por parte del pueblo de Buenos Aires, después de un acto, en 1816. Repasando la historia, nos encontramos con que existía allí un antiguo hueco, reservado de toda edificación por el Cabildo desde el año 1745. Estaba destinado a estacionamiento de las carretas que traían del interior "los frutos del país" y lugar de descanso de las bestias que las arrastraban. Los lugares donde se detenían los carros en su marcha desde el Puerto de la Ciudad, eran los huecos, los vacíos que se constituyeron naturalmente en un principio y por ley después, en mercado de frutos, verdaderos centros de tráfico mayorista al aire libre. Pronto fue conocido como Plaza de la Residencia, debido a su vecindad con la Casa de los Jesuitas. En 1822 durante el Ministerio de Gobierno de Bernardino Rivadavia y tras una revisión de la nomenclatura oficial de las calles y plazas de la ciudad, fue rebautizada con el nombre de "Plaza de Comercio". El coronel Manuel Dorrego vi´vía enfrente de la plaza. Con apenas 2500 metros cuadrados, en 1861 fue ocupada casi en su totalidad por la construcción del Mercado de Comercio creándose una Ordenanza Municipal que prohibía vender carnes, verduras y pescado en 6 cuadras a la redonda del mercado. En 1897, cuando se permitió en todos los barrios la construcción de mercados proveedores particulares, se levantó el actual mercado de San Telmo. Como consecuencia, la Municipalidad resolvió la demolición del edificio del mercado y la plaza recobró su recinto, transformándose luego en un paseo con árboles y jardines. En 1916 colocaron sobre la pared central de la plaza, el imponente conjunto escultórico llamado Canto al Trabajo. Sus grandes dimensiones no se adecuaban a la breve superficie de la plaza, motivo por el cual se trasladó en 1931 a la plazoleta de Paseo Colón frente a la actual Facultad de Ingeniería. La plaza quedó convertida en un potrero abandonado, hasta que la Cía.Argentina de Electricidad, que tenía el edificio enfrente, consiguió permiso para cementarla. En 1970, se inauguró en la Plaza Dorrego la Feria de San Pedro Telmo, por propuesta del Museo de la Ciudad. Se estableció que prácticamente todas las cuadras, casas y frentes, eran una reserva de la arquitectura vieja de Buenos Aires. La Feria iba a ser una sala al aire libre del Museo. El éxito que la Feria tuvo desde el inicio le dio más vida al barrio. Pronto se transformó en uno de los lugares más visitados por los turistas y permitió el crecimiento no solamente de quienes tienen puestos, sino también de los anticuarios de los alrededores, de empresas de turismo y de los comerciantes de la zona. Vitrolas, discos de pasta, ropa antigua, alhajas, fantasías, postales, almanaques, libros herrajes, lámparas y un sinfín de adornos y curiosidades. En la zona aledaña se apiñan mezclados visitantes, músicos, cantantes y bailarines de tango, mimos etc. (Extraído de www.ensantelmo.com).


13 mayo, 2008

Cafés porteños - Fantasmas de Buenos Aires

Los bares de Buenos Aires tuvieron una especie de vida propia que reflejaba lo que sucedía afuera, más allá de las ventanas. Mujeres, amigos, el barrio, discusiones políticas, el último clásico corrido en Palermo, los goles de Labruna, literatura y tango eran tema corriente. También, como dice Discépolo, las mesas del boliche eran ideales para llorar una tarde cualquiera el primer desengaño, ese que fatalmente siempre se produce. Herederos de viejos establecimientos coloniales como El Café de los Catalanes, que abrió en 1979 en la actual esquina de Perón y San Martín o el Café de Marco, ubicado en la ochava de la Santísima Trinidad y San Carlos (Bolívar y San Martín), donde tipos como Bernardo de Monteagudo o Juan José Castelli desparramaban pasiones patrióticas en los años de la Revolución de Mayo, los cafés se multiplicaron del centro a los barrios. Cuentan que la hinchada de San Lorenzo paraba en el antiguo Café Dante, que estaba en Boedo 745. Del otro lado de la ciudad, en la Boca, las crónicas hablan de El Bar de la Negra Carolina (una morena que había nacido en Nueva Orleans) sitio que en realidad se llamaba "The Droning Maud", en cuyos rincones se instalaban marinos de todo el mundo. La negra murió en el Hospital Argerich en el año 1927. (Extraído de www.leedor.com).

Confitería Ideal

Buenos Aires es la capital más europea del continente, en la que abundan los rincones amistosos, aptos para citas amorosas, refugio de soledades, para confesiones entre amigos, para una discusión política, una reunión de negocios o una clase de tango. Ellos son los cafés y las confiterías porteñas. Sin ellos sería inconcebible esta ciudad, nostálgica, amistosa y por momentos tan mágica, Privilegiado lugar fue y es, sin duda, la CONFITERÍA IDEAL. Nacida en 1918, emplazada a pocos metros de la avenida Corrientes y Suipacha, la Confitería Ideal ofrece, como pocos rincones de Buenos Aires, la oportunidad de mostrar los secretos de esta ciudad. Visitantes como Maurice Chevallier, María Félix, Dolores del Río, Vittorio Gassman, Robert Duvall, llegaron hasta sus salones. En ella se filmaron películas como "Tango" de Saura o la versión de "Evita" con Maddona. Muchos presidentes argentinos y funcionarios de todos los rangos, disfrutaron del "copetín en la Ideal". Artistas, escritores, pintores y músicos de todas las épocas la visitaron. Sus vitreaux y sus arañas, sus paredes recubiertas de añejas maderas importadas y las opulentas escaleras de mármol y su famosa "Pérgola", única en el mundo, evocan sin duda a París. En el piso alto se escuchan compases de tango. La escalera de mármol y el viejo ascensor, son el preludio de la llegada al primer piso, el salón de baile de la Ideal. Allí se baila desde 1990. Eran tiempos de esplendor porteño, allá por 1912. Su fundador: don Manuel Rosendo Fernández, emprendedor inmigrante español. La Ideal, nació como confitería de prestigio, con su decorado deco y su mezcla milagrosa de la más alta burguesía argentina con visitantes de todos los colores. La sala de baile, hoy es honrada por los más afamados milongueros, tanto porteños como de otros orígenes, como así también los mejores profesores de tango. (Extraído de www.confiteriaideal.com.ar).

Parroquia San Pedro Telmo

En 1806, momentos antes de la primera invasión inglesa, como consecuencia del notable aumento de la población, el último Obispo de la época colonial Mons.Benito de Lué y Riega, creó la Parroquia San Pedro Telmo, ubicada en Humberto 1º 340, estableciendo su sede en la iglesia jesuítica de Nuestra Señora de Belén. Esta iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1942 por ordenanza nº 120421, cuando estaba de párroco el padre Manuel J.Sanguinetti, siendo uno de los monumentos coloniales de más envergadura en la Ciudad de Buenos Aires. La construcción de la iglesia comenzó en 1734. El proyecto fue realizado por el arquitecto jesuita Andrés Bianchi. En la obra intervinieron otros dos religiosos de la compañía de Jesús, los Hermanos Juan B.Prímoli y José Schmidt, al enfermarse este último de los jesuitas, encargaron la continuación de la obra al arquitecto italiano Antonio Masella, quien además construyó en 1760 la Casa de Ejercicios Espirituales y la Capilla doméstica de los Jesuitas, espacio que actualmente forma parte del Servicio Penitenciario Federal. En 1767, ante la expulsión de los jesuitas el conjunto de edificios conocido como "La Residencia" (iglesia, escuela y casa de ejercicios), pasó a la administración estatal bajo la tutela de la Junta de Temporalidades. El templo quedó sin terminar y en 1795 el solar fue ocupado por la orden de los Betlemitas, dedicados a asistir a los enfermos y pobres. Recién en 1858 fue terminada su cúpula por el constructor italiano José Della Valle, en la época del clero secular siendo padre el presbítero José A.Martinez. La construcción de la iglesia fue terminada en 1876 cuando se concluyeron las 2 torres proyectadas por el ingeniero y arquitecto Pedro Benoit. (Extraído de www.ensantelmo.com.ar).

12 mayo, 2008

La casa mínima

Se encuentra en el pasaje San Lorenzo, en el barrio de San Telmo. lleva escrita en sus paredes una peculiar historia de negros esclavos y sus vivencias en el Río de la Plata. Esta vivienda ubicada en el 380 del pasaje, es la más angosta que conserva la ciudad de Buenos Aires; su frente no alcanza los 2,50 mts.de ancho. Tiene una fachada exterior lisa, con una pequeña entrada y una puerta pintada de verde atravesada por una cerradura de hierro. En la planta superior asoma un balconcito con barrotes verticales de hierro, desde donde se esconde una ventana de 2 hojas simétricas y 2 cortinas iguales pliegue a pliegue. Por sobre la cornisa aparecen algunas plantas que dejan ver los cimientos a través de los viejos y descascarados materiales. Al igual que en el resto del mundo occidental, en la Argentina del siglo XVII el tráfico de esclavos negros fue un pròspero negocio que ejercían las familias ricas para utilizarlos como mano de obra barata en el campo, apreciados por sus aptitudes físicas o simplemente se los empleaba, en el caso de las mujeres, para realizar las tareas domésticas en las casas. El 25 de mayo de 1812, el Triunvirato decretó la prohibición del comercio de esclavos dentro del territorio de las Provincias Unidas. Un año más tarde se declaró "la libertad de vientres" por lo que los hijos de esclavas nacidos después de dicha fecha fueron hombres libres. La población negra que formó parte de Buenos Aires no fue escasa. La transformación del estatuto de los esclavos, que pasaron a ser "libertos", condujo a la separación entre estos y sus amos, generando la necesidad para los negros de procurarse una vivienda. Es aquí donde comienza la historia de la Casa Mínima. Según la leyenda popular, esta vivienda perteneció a un esclavo a quien le fueron devueltos sus derechos con la abolición de la esclavitud, pero al ser solamente un "liberto" le correspondió una parcela pequeña. Pero el arquitecto José María Peña, director del Museo de la Ciudad, tiene una versión diferente. Dice que entre los años 1860 y 1872, Pedro Beare, levantó un Plano Catastro de la Ciudad, el cual no sólo ilustra sobre el nombre de los propietarios de los distintos terrenos, sino que también muestra la dimensión de los solares y las construcciones levantadas en ellos. En la parte correspondiente a la cortada San Lorenzo, aparece la Sra.Magdalena Buthner, como propietaria de una parcela señalada en el plano con el número 111, con una extensión de 16 metros de frente por 17 de fondo. Es en este terreno donde actualmente se halla la Casa Mínima. A partir de estos datos, Peña tiende a pensar que el problema del esclavo "liberto" se resolvió con la concesión por parte de los propietarios de una parcela reducida de sus terrenos a su antiguo sirviente. Según esta interpretación, la Casa Mínima nunca habría sido independiente, sino sería parte de una propiedad mayor. Según la revista "Buenos Aires nos cuenta", en general estas casas de reducidas proporciones eran para los esclavos "libertos" a quienes sus antiguos dueños les asignaban, dentro de su propiedad, un espacio reducido para que levantaran sus viviendas de hombres libres. Pero, cuando los "libertos" fallecían, la propiedad volvía a sus dueños originales. Como quiera que haya sido, la Casa Mínima es un recordatorio arquitectónico de un pasado en que estas situaciones formaron parte de la realidad porteña. (Extraído de www.ensantelmo.com.ar).

Lola Mora y Las Nereidas

Nicolás Avellaneda, tucumano, tenía 30 años en 1866 cuando actuó como padrino de bautismo de la pequeña Dolores Candelaria, hija de Romualdo Mora y Regina de la Vega. Y así fue como Lola Mora se ligó un padrino que 8 años después se convertiría en presidente de la Nación. Este dato, que no pasa de lo anecdótico, cobra fuerza si consideramos que el segundo tucumano que gobernaría el país sería Julio A.Roca, también padrino, artístico en este caso de Dolores. Incluso habría un tiempo en que la relación del padrino y la ahijada artística alcanzaría mayores niveles. Sería durante el segundo mandato presidencial de Roca, mientras ella alcanzaba la cumbre mediática gracias a su célebre fuente de Las Nereidas. Lola Mora estaba lejos de ser el ideal de mujer de comienzos del cambalachero siglo XX. Muy liberal, artista, soltera de casi 30 años, sus aventuras amorosas duraban lo que a ella se le antojaba (y siempre se le antojaba que fuera poco). No le importaba el qué dirán, no caminaba el sendero marcado por madres, abuelas y bisabuelas. Sería difícil encontrar alguien que la quisiera de nuera. ¿Y todo esto a ello le preocupaba? Por supuesto que no. Su carrera de pintora figuraba al tope de las prioridades. Lo demás, iba y venía. En 1895 logró una beca para trasladarse a Buenos Aires, donde a su vez, obtuvo una nueva ayuda económica que le permitió viajar a Roma para perfeccionarse. Sin embargo, lo que logró fue lo contrario porque pronto descubrió que le gustaba más hacer esculturas. Leonardo Da Vinci la subyugó al punto de que una de las primeras obras que realizó en yeso la firmó con el nombre de L.M.di Vinci. Cada escala en el conocimiento fue matizada con romances más o menos interesantes, pero ninguno digno de ser considerado escandaloso. En aquellos inicios del siglo XX, lo más escandaloso de su vida fueron las impúdicas Nereidas que creó. La fuente era un regalo ofrecido por la escultora en el año 1900 a la ciudad de Buenos Aires. Ella apenas podía cobrar el material, de todos modos terminaron pagándole el costo y un poco más. En un principio, la obra contendría a Nereo. Sin embargo, parece que en boceto el exhibicionismo del dios marino era demasiado para la época: le aconsejaron a la artista que ni empezara a moldearlo. El otro percance fue el carácter moral geográfico y ocurrió cuando se desembarcaron las piezas que arribaron desde el puerto de Génova: la fuente iba a situarse en la Plaza de Mayo; eso ya era imposible porque la Venus esculpida y las 2 hijas del ya censurado Nereo (las nereidas) estaban semi desnudas y jamás podrían ubicarse a escasos metros de la Catedral Metropolitana. Hay que considerar, a su vez, que se trataba de desnudos que no representaban a la Libertad, la Gloria, al Progreso...y punto dos, no había sido generada por la cabeza de un hombre, sino ¡de una mujer!. Y la misma mujer se encargaría de darle forma al mármol...Por último, para crear los tritones de la obra, Lola Mora había convocado a su estudio de Roma a 3 hombre de cuerpos perfectos, un esgrimista, un marqués y el hijo de un diplomático uruguayo. Por estos curiosos motivos y para que los porteños no ardieran en las llamas de infierno por pensamientos pecaminosos surgidos en alguna caminata por el centro de la ciudad, los funcionarios (cuyas cabezas sí parecían arder en las llamas del infierno), decidieron que había que alejar un poco más a Las Nereidas de Lola. Se pensó en los bosques de Palermo, en Mataderos y en Parque Patricios. Fue entonces cuando el influyente ex presidente Bartolomé Mitre intercedió por la escultora y por la escultura. Se la ubicó en Alem y Perón, a pocas cuadras de lo proyectado, pero a suficiente distancia de la vista de los feligreses de la Capital. La fuente se inauguró el 21 de mayo de 1903. Un decreto presidencial declaró el feriado nacional. Una multitud acudió a recibirla. Cuando se retiró el género que cubría la obra con las 6 figuras mitológicas, una ovación saludó a la artista. Esa misma noche, una docena de hombres encabezados por Manuel Escalada agasajaron a Lola en el exclusivo Club del Progreso, siendo la única mujer de la mesa. (Daniel Balmaceda - "Romances turbulentos de la historia argentina).