Contame algo lindo....

Contame algo lindo....
Para conocer relatos de barrio, de música, de nuestra historia y de quienes la forjaron....

27 diciembre, 2009

Treinta casas históricas


Unas 30 casas históricas sobreviven en el barrio de Flores. Algunas en buenas condiciones y otras en peligro de demolición, aunque fueron incluidas en el área de protección histórica. Allí residieron muchos personajes de la política, las artes y las letras argentinas.
El Camino Real del Oeste estaba rodeado de quintas y chacras; las casonas coronadas con magnolias y los patios con olor a glicinas. De aquella época quedan huellas atravesadas por un tránsito atestado de colectivos y un ritmo comercial impresionante. En los alrededores de ese Camino real, hoy convertido en la avenida Rivadavia, unas 30 casas históricas del barrio de Flores se resisten al olvido. Allí vivieron los escritores Roberto Arlt, Baldomero fernández Moreno, Alfonsina Storni y Oliverio Girondo; el músico Agustín Magaldi, el cantante Hugo del Carril. Y mucho antes, Juan José Paso, el padre de Bartolomé Mitres, la madre de Julio A.Roca, el vicepresidente Marcos Paz y el dr.Pedro Goyena. Además, Flores fue escenario de la promulgación de la Constitución Nacional de 1853 y de la firma del Pacto de San José de Flores en 1859.
Una ley de octubre del 2000 declaró unas 30 casas parte del Área de Protección Histórica (APH). Sin embargo, algunas corren peligro. La más antigua del barrio, perteneciente a Antonio Millán, uno de sus fundadores, ya fue demolida.
En un recorrido por el barrio se pueden encontrar leyendas y secretos que formaron la identidad de Flores, como por ejemplo, los túneles secretos de la ex mansión Las Lilas. Allí, en el pasaje La Porteña entre Rivadavia y Yerbal, donde hoy funciona la escuela Fernando Fader, desde el sótano se accede a pasadizos (no abiertos al público) que recorren varias cuadras bajo tierra y llegarían hasta la Iglesia de San José de Flores. En uno de ellos todavía están en las paredes los grilletes que se usaban para los esclavos. En esa misma casona de estilo Tudor funcionó el Club Flores entre 1917 y 1923. En la casona todavía se conserva un vitral inglés con uniones de plomo, un reloj de época y el patio de carruajes.
En Flores también está la escuela más antigua de la ciudad y la única, que además, tiene una galería de arte. Ese museo, que funciona en el salón de actos de la escuela, fue fundado en 1963 por Benito Quinquela Martín, quien donó el primer cuadro: "Hora azul en La Boca".
Otra de las casas históricas del barrio es la Mansión Flores que ocupa la manzana de Yerbal, Caracas, Gavilán y las vías y que marcó un estilo en su época. La mayor parte de las 95 familias que viven allí están desde su inauguración en 1924.
El lugar, con patios, pérgolas y palmeras, tenía un cine que hoy está transformado en el atelier el pintor Piero Rossi.
"Cuando mi familia vino a vivir acá en 1924, pagaba 70 pesos de alquiler por el departamento 62. En esa época también vivía en la mansión, Roberto Arlt", cuenta Alberto Consiglio, que sigue viviendo allí.
hasta 1938 funcionaba un teléfono público, nadie tenía llave de la puerta de entrada porque siempre estaba abierta y los portones laterales sólo se abrían para las ambulancias o los coches fúnebres. Había una campana en la entrada que hacía sonar el cartero cada vez que llegaba.
"Era como vivir en un mundo aparte. Estaba la nieta de Guido Spano y las tías de Rafael Obligado, que nos regalaban estampitas", cuenta Consiglio.
Los ladrillos rojos que se destacan en la esquina de Caracas y Rivadavia son los mismos que se colocaron en 1826 cuando se levantó allí la Escuela de Niñas. pero en 1893 se construyó otra institución bautizada como "Escuela de Niñas de la Señorita Chapot", en Fray Cayetano Rodriguez 95. En 1922 se convirtió en escuela de varones y enseguida fue rebautizada "Leandro N.Alem", tal como se la conoce hoy.
El pasado se cuela por los adoquines del patio, los pisos de madera, las cerámicas que forman guardas de colores y la fachada de estilo colonial del café La Subasta, en Membrillar 66. Residencia de la familia Piana, en una época allí funcionó una fábrica de pianos.
Casas como La Antonia, en el corredor histórico de las vías del ferrocarril, las típicas "chorizo" de terrada al 200 o la casa Rodriguez de Bacacay al 2700, están deterioradas y en situación de peligro, porque no reciben mantenimiento.
La casa del coleccionista Alejandro Rosa, la de la familia Fernández Ramos y otras construcciones que en alguna época lucieron balcones, torres y balaustradas hoy en proceso de deterioro.
En San pedrito 258 está la casa natal de Hugo del carril; también Enrique Cadícamo y Juan D.perón, con su primera esposa, vivieron en el barrio y frecuentaban los bares de la avenida Rivadavia.
El palacio Miraflores, el Teatro de Flores, el cine Pueyrredón, el Hotel Anglo Argentino fueron algunas de las edificaciones que, como la casa Millán, desaparecieron. Los vecinos están alertas para que no pase lo mismo con el resto del patrimonio histórico del barrio.
(Publicado en 2001 en diario Clarín - Sandra Commiss)

La historia en 5 hectáreas y media


El Cementerio de la Recoleta está dentro de 5 hectáreas y media y custodiado por 65 cuidadores. Buena parte la historia argentina está "guardada" allí, un lugar al que los expertos en arquitectura funeraria consideran como uno de los tres más importantes del mundo. Por eso, un paseo por sus calles silenciosas y angostas puede contar tanto o más que los manuales de historia.
Hay cientos de relatos y anécdotas, como por ejemplo, el cariño que los cuidadores del cementerio sienten por Alphonse Huppé, de quien sólo saben que murió en 1858. Sobre la tierra de su tumba vieja y con el hierro ya oxidado, durante el mes de febrero crecen ajíes. Y los cuidadores los comen en sándwiches. Para ellos son "los ajíes de monsieur Huppé".
Y este es apenas un dato de la Recoleta que reune 4700 bóvedas con una capacidad promedio de 12 lugares cada una.
Según los expertos, el primer cementerio del mundo es el de Génova, por el valor de sus esculturas. la Recoleta comparte el segundo puesto con el Pere Lachaise de París donde los restos del dramaturgo Oscar Wilde y del cantante Jim Morrison descansan sobre una colina.
Tumbas que se cotizan
Entre las bóvedas del cementerio hay 82 Monumentos Históricos, más de mil ángeles y obras de algunos de los mejores escultores del mundo como Jules Felix Coutan, Alexandre Falguiere, José Fioravanti y Lola Mora. Con esos valores, las bóvedas de distintos estilos y tamaño son cotizadas en miles de dólares, según inmobiliarias de la zona.
Más allá de su cotización, los sepulcros regalan historias de amor. Un símbolo de eso es la mata de jacintos esculpida en mármol que Justa Urquiza (hija del general Urquiza) le ofreció en vida a su amado Luis María Campos y que ahora está en su bóveda, imponente y blanca, llegando a la calle Vicente López.
pero también hay historias de odio o enemistad política, como la de Juan Lavalle que mandó fusilar a Manuel Dorrego y ahora los restos de ambos descansan apenas separados por un pasillo angosto.
Entre las 4700 bóvedas predominan los sepulcros de quienes tuvieron poder en el país, como los presidentes Sarmiento y Roca. Muchos próceres están en el Panteón de Ciudadanos meritorios que queda apenas pasado el umbral de la puerta principal por la calle Junín y cruzando el primer pasillo. En ese triángulo, de monumentos viejos pero simples, está grabada la respuesta de tantas pruebas de historia:Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, también descansa allí. Justo frente a Saavedra, se encuentra la bóveda de mármol de Remedios de Escalada. Construida en 1823, es la más vieja que conserva el cementerio y aún tiene la lápida original que encargó San Martín y dice: "aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín".
Leer los nombres de las bóvedas es como caminar por buenos Aires: uno se cruza con Quintana, Figueroa Alcorta o Carlos Pellegrini. Pero sólo en los nombres se encuentra el parecido, porque la visita a Recoleta es, en realidad, una recorrida por el pasado, el arte y el silencio.
Aunque consta en actas que el primer enterrado fue el "cadaber" (sic) del esclavo Juan Benito, una lectura por los nombres tallados en cada bóveda, muestra apellidos como Anchorena, Alzaga y Alvear.
Claro que no todos los que descansan allí estuvieron en el poder. Pero son igualmente parte de un pasado conocido. Los restos del boxeador Luis A.Firpo, la vedette Susana Brunetti y el corredor de autos y miembro del jet set Charly Menditegui se intercalan con escritores como José Hernández, Victoria Ocampo y Miguel Cané.
Juegos de cementerio
En la Recoleta conviven lo neoclásico, lo bizantino y el art decó con lo contemporáneo. Y los vitrales se codean con típicos vidrios blindados. Todo está separado por calles irregulares, algunas apenas de 70 centímetros de ancho, por donde no dan demasiadas ganas de detenerse. De la mezcla de estilos, surgió un juego para grandes y chicos. En la bóveda de la familia Spinetto (el creador del ex Mercado de Buenos Aires de Pichincha y Alsina) la puerta hecha en Milán en 1912 está completamente tallada. El desafío es encontrar la cerradura entre tanto hierro. Algunos se cansan sin averiguarlo. Una pista: está cerca del marco.
Para recorrer la zona que administrada por los frailes recoletos hasta que el 17 de noviembre de 1822 se inauguró allí el primer cementerio público del país, es recomendable hacer la visita guiada ya que no hay folletos ni mapas que ayuden a orientarse. Paradójicamente, el cementerio se encuentra rodeado de cafés, restaurantes exclusivos, exposiciones y ferias.
Tal vez sea por eso que Recoleta compone un cuadro de lujo y misterio, donde la seducción de la noche y el sol que deslumbra a Plaza Francia se "salpican" con ángeles de mármol de Carrara.
(www.clarín.com)

Olinda Bozán crea un paso de baile....


Uno de los pasos más extraños en la coreografía del tango (casi desconocidos en las milongas, pero empleado con cierta frecuencia en el teatro y en el cine), es aquel donde la pareja baila con sus frente pegadas y sin abrazarse. Con él se lucía el actor Tito Lusiardo, aunque aclaraba que había sido inventado por Olinda Bozán (1894-1977).
Fue en la época en que Bozán trabajaba para la compañía de los hermanos Ratti en el teatro Apolo, de Corrientes al 1300.
En una escena se armaba el baile y debía participar la Bozán. En medio del tango, el alfiler saltó y fue a parar sólo Dios sabe dónde. Olinda tuvo un acto reflejo: se llevó las manos a la espalda para sostener el vestido y evitar que cayera del todo. Al mismo tiempo, para no romper el baile, siguió danzando con la cabeza apoyada en la de su compañero.
El público, ignorando que había sido un accidente, creyó que ese paso formaba parte de la obra y aplaudió más que nunca a la gran actriz, pidiendo que lo repita. (http://www.alternativateatral.com/)

21 diciembre, 2009

Molina Campos - Su obra


Molina Campos y sus almanaques


Filetes


El fileteado porteño es un arte decorativo y popular nacido a principios del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires. Tuvo su origen en las fábricas de carros donde los pioneros del oficio, trabajando en la ornamentación de esos vehículos, prácticamente crearon este género que desafortunadamente no fue lo suficientemente documentado en su génesis ni tampoco en su posterior desarrollo. Por ello, la historia del fileteado que poseemos está construida sobre la recopilación de testimonios de los maestros de este oficio a mediados de este siglo. Al igual que en el tango, no hay un primer artista ni una fecha exacta que permitan determinar con exactitud el inicio de esta práctica, más los testimonios coinciden en que fueron tres inmigrantes italianos los que desarrollaron el fileteado trabajando dentro de las diferentes carrocerías existentes al inicio del novecientos: Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti y Salvador Venturo, quienes posteriormente tuvieron como primeros continuadores a sus propios hijos.
Así, la decoración fileteada de los carros en Buenos Aires comenzó con la ruptura del anodino color gris municipal que los caracterizaba, al ser pintados sus laterales de otro color; un paso más fue dividir estos dos colores con una delgada línea en un tono más intenso o contrastante, el filete.
A partir de allí, van surgiendo los diferentes motivos que más tarde conformarán un vasto repertorio que caracterizará, al igual que la composición y su técnica de pintura a un género inconfundible.
Flores, volutas, hojas de acanto, cintas argentinas, bolitas, líneas rectas y curvas de diferentes grosores se van combinando con escenas campestres y personajes populares, como la Virgen María o Carlos Gardel.
Los colores utilizados son muy vivos y a través del contraste y las transparencias se da a la obra la intencionalidad de volumen, con una materia elemental: el esmalte sintético, que resiste al tiempo y a la intemperie permitiendo que esta forma de arte circulase constantemente por las calles de la ciudad.

Frases del fileteado


Las frases del fileteado porteño atraviesan un crisol de lenguajes y espacios. Desde las más burdas y banales hasta las más cultas, citando a Borges.
Los espacios son el frente o la parte trasera del camión o colectivo, las fachadas de comercios, carteles de publicidad y objetos comerciales. Los autres, a menudo, no eran los fileteadores sino los propietarios de los propios vehículos, comercios u objetos, cuando no un vecino o amigo inspirado.
Aquí dejamos una recopilación de las mejores que fueron vistas en la ciudad:
"A fuerza de trabajar, el caído se levanta".
"La vida, como los dados, tiene los puntos marcados".
"La vida es como la cebolla, hay que pelarla llorando".
"El hombre es fuego, la mujer estopa. Viene el diablo y sopla".
"Qué milonga ni que tango, con ésto me gano el mango".
"Hay que endurecerse, pero perder la ternura jamás".
"Donde caza este zorzal...hacen cola las calandrias".
"Feliz de Adán que no tuvo suegra".
"Se doman suegras a domicilio".
"Si su hija sufre y llora, es por este pibe señora".
"No dejes para mañana lo que puedas beber hoy".
"Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos".
"Si querés leche fría, poné la vaca a la sombra".
"A fuerza de vender perros...me pude comprar esta cucha".
"El que envidiando vive, desesperado muere".
"En el jardín de mi vida, la peor hormiga es mi suegra".
"Hay amores que envejecen pero no maduran".
"Lo mejor que hizo la vieja...este pibe que maneja".

20 diciembre, 2009

La Traviata - Iñaki Urlezaga


Realmente Iñaki Urlezaga tomó un gran riesgo al llevar La Traviata, de Verdi, a una versión bailada. Riesgo, porque se trata de una de las óperas más populares del repertorio lírico y porque resulta difícil disociar el canto de la música. Pero el bailarín y coreógrafo salió airoso por varios motivos. Uno de ellos fundamental: los arreglos sinfónicos de Gorelik, quien les dio a varios instrumentos, la categoría de solistas al asumir la melodía de algunas arias, como el chelo que reproduce el canto de Germont ("Un di quanto le veneri), en el segundo cuadro, o el oboe que traduce la agonía de Violeta ("Addio del passato"), en el último cuadro.
Las secuencias del primer acto y del segundo acto, ambas festivas, resultan brillantemente traducidas por la danza, con una coreografía que respeta el estilo clásico de la ópera. No resulta de igual modo en la escena "En la casa de campo", que por la índole íntima de la secuencia no permite un gran despliegue coreográfico. En cambio, en el último cuadro, estuvo muy bien resuelto el contraste entre la agonía de Violeta, con la corporización de la muerte y el desfile callejero instalado en el proscenio.
Deslumbrante es el vestuario, que merecería un capítulo aparte por la variedad de diseños y por el colorido, con el cual se representan las características de los personajes: los invitados, las gitanas, los toreros, los integrantes de la comparsa. La escenografía no se queda atrás para armar el marco adecuado al espíritu de cada una de las escenas.
La compañía corrió otro riesgo: la necesidad de darles carnadura a sus personajes por sobre las exigencias de la danza para aumentar el contenido dramático, que ya está presente, y en este caso acentuado, por la música. Y en este sentido, el Ballet Concierto respondió con gran nivel y permitió el lucimiento de algunas de sus figuras, como Ana Elizabeth Atúnez y el joven que conduce la comparsa.
Finalmente, los protagonistas: la actuación de Iñaki Urlezaga impone prestancia y talento al servicio de su personaje, esforzándose en marcar los matices conflictivos de la personalidad de Alfredo. Del mismo modo, Eliana figueroa, conmovedora en el papel de Violeta, se transforma con la danza en una etérea y frágil criatura que no puede vencer su destino.
Muy buen desempeño tuvieron las cuerdas y las maderas de la orquesta, que sonó muy precisa y contundente bajo la batuta de Luis Gorelik.
Una velada que se destacó por la envergadura de un espectáculo muy cuidado en su producción.
Susana Freire - La Nación

05 diciembre, 2009

La hora de la nostalgia - Les Luthiers

La Pulpera de Santa Lucía


Hay muchos personajes increíbles que van enriqueciendo la historia de los barrios y que por transmisión oral, han quedado guardados en la memoria de los porteños. Pero una de las más famosas fue la de la hermosa pulpera de ojos celestes de Barracas que con sus encantos atraía a todos los soldados de los cuarteles del restaurador. No sabemos a ciencia cierta si fue una anécdota o si realmente existió, pero investigando en la literatura sobre el tema, encuentro un libro de Gerardo Bra, "La Pulpera de Santa Lucía" donde vierte un conjunto de datos históricos de la vida de la famosa pulpera. La denomina Ramona Bustos y esto coincide con los datos del historiador de Barracas Enrique Horacio Puccia. El periodista León Bouché nos cuenta  que Flora Balderrama, propietaria de la legendaria pulpería, en su juventud había sido cocinera de una adinerada familia de elite porteña y que el dueño de la casa, el señor Bustos (unitario y ex-secretario de Rivadavia), estuvo perseguido por la mazorca y tuvo que huir a la Banda Oriental, seguido por su fiel sirviente, el mulato Pastor Balderrama, esposo de Flora.
En el año 1836 la parda Flora, con el dinero que le dejó el Sr Bustos, instaló la pulpería en la calle Larga (actual Av.Montes de Oca) y la muchacha atendía a los parroquianos que asistían a la pulpería, despertando el amor de varios mazorqueros y payadores. Cuenta que la "rubia del saladero" en realidad se llamaba Ramona Bustos y era hija del fugitivo unitario, que como era viudo le encargó la niña a su fiel servidora Flora para que la cuidase hasta su regreso de la Banda Oriental cuando sus persecuciones políticas se aplacaran, pero nunca regresó, no se sabe que ocurrió después de su huida.
Los historiadores concuerdan en otros detalles, como que un tal Miranda, un unitario, mozo poeta y guitarrero, asiduo visitante de la pulpería se había enamorado perdidamente de Ramona y una noche se la llevó con él.
Bouché afirma que fue en el mes de abril de 1840, cuando en Buenos Aires los mazorqueros de Rosas, persiguieron en forma masiva a todos los unitarios. Se supone que huyeron a la Banda Oriental por dos razones: primero porque el padre de Ramona se encontraba exiliado allí y segundo porque la proximidad de la pulpería al Río de la Plata haría factible que ellos se embarcaran e sus costas rumbo al hoy Uruguay. Existe una antigua tradición oral en la ciudad e San Pedro: cuenta que en sus costas, la pareja de Ramona y Miranda se embarcaron en una de las naves de la flotilla de Francia, que había transportado hasta San Pedro al ejército de Lavalle y llevó a ambos hasta el arroyo
de Las Vacas, hoy ciudad de Carmelo.
pero debemos tener en cuenta que se trata historia que fue pasando oralmente, más anecdótica que histórica, ya que a la pareja les resultaría mucho más fácil embarcarse en el cercano Riachuelo o en el río de la Plata, desde el momento que la legendaria pulpería se encontraba a solo diez cuadras de sus costas y no tener que escapar de los mazorqueros por un trayecto de 170 kms.
Ignacio Corsini llevó al disco el vals "La pulpera de Santa Lucía", sin sospechar que esta pieza sería tan famosa durante tantos años.
Mabel Alicia Crego

04 diciembre, 2009

La danza sin ellos....


La noticia conmocionó especialmente al ambiente artístico: el trágico accidente había truncado la vida de dos de los mejores bailarines argentinos y dejó incompletas muchas carreras brillantes. Norma Fontenla y José Neglia, las dos principales figuras del Colón que murieron, habían colaborado pra que la danza llegara a niveles de popularidad insospechados. Pero no fueron los únicos. Con ellos fallecieron Antonio Zambrana, Carlos Santamarina, Carlos Schiaffino, Margarita Fernández, Martha Raspanti, Rubén Stanga y Sara Bochkovsky.
Norma Fontenla había nacido el 28 de junio de 1930. Formada en el Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico y en la Escuela de Baile del Teatro Colón, luego de ocupar varios cargos, llegó a primera bailarina del cuerpo de baile del teatro Colón. En ese rol central, fue dirigida por coreógrafos de fama mundial y fue considerada etoile por sus numerosos admiradores y públicos extranjeros. Como primera bailarina del teatro Colón se destacó en los primeros roles de "Choreartium", sobre temas de Brahms; "Sílfides" de Chopin; "Giselle" de Adam; "Coppelia" de Delibesy la Odette de "El lago de los cisnes", de Tchaikowsky.
Alcanzó gran reconocimiento después de haber acompañado, en 1967, a Margot Fonteyn y a Rudolph Nureyev en "Giselle". Al año siguiente participó en el Festival Mundial de la Danza de París y ganó el premio a la mejor bailarina argentina que le otorgó la revista Opus.
Por su parte, Jose Neglia empezó a estudiar con Michael Borowski a los 12 años y luego ingresó a la Escuela de Baile del Teatro Colón. Allí realizó una brillante carrera hasta llegar a primer bailarín del ballet estable, rol en el que actuó en iversos escenarios y participó en giras por el interior y el extranjero. En su carrera se detacó en los papeles del pastor en "Scarlattiana"; Laertes en "Hamlet", de Tchaickowsky; "Orfeo" de Stravinsky; "Bolero" de Ravel. Se presentó además en el Teatro Argentino de La Plata, el el Teatro Coliseo y en el Gral.San Martín, entre otros.
El suceso del 10 de cotubr de 1971 constituyó sin dudas una de las pérdidas más importantes del mundo de la danza argentina. De hecho, durante la despedida, unas 3500 personas asistieron al Salón Dorado del Colón para rendirles homenaje.
Esta desgracia trajo como rebote un retroceso en el nivel del ballet argentino que perdió físicamente a sus figuras rutilantes. Además afectó con gravedad a las familias de los bailarines desaparecidos, quienes también formaban parte del grupo que, desde el Colón, llevaba adelante este despertar del ballet a la masividad. Así, toda una generación se vio truncada por la muerte y hubo que esperar más de 15 años para retornar a un desarrollo de la danza como el de aquella época.
Al cumplirse el primer aniversario de la tragedia, se inauguró en Plaza Lavalle, la fuente de los Bailarines, el monumento que evoca su memoria. La obra pertenece a Carlos de la Cárcova y representa a José Neglia y a Norma Fontenla. La fuente decorativa fue creada por el arquitecto Ezequiel Cerrato. La jornada, finalmente, sería instituida como Día Nacional de la Danza. (www.me.gov.ar)