Contame algo lindo....

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Para conocer relatos de barrio, de música, de nuestra historia y de quienes la forjaron....

30 octubre, 2008

Zully Moreno, mito del cine nacional

Zully Moreno había nacido para el cine. En un tiempo en el que llegar a estrella de la pantalla grande era una ilusión de muchas muchachas soñadoras, ella se empecinó en lograr la fama. Cuando el director Luis Bayón Herrera buscaba extras para el fin de "Cándida", el segundo largometraje de Niní Marshall, sin pensarlo demasiado ni comentarle nada a su madre, Zully se presentó al casting. Bayón Herrera quedó impactado con esa muchacha de rostro pícaro y tierno, que, finalmente, pudo integrar el elenco en un personaje muy menor. Ya insertada en esa larga lista de aspirantes, participó también como extra en "Bartolo tenía una flauta", junto a Luis Sandrini y en "Azahares rojos". En 1941 y luego de integrar los elencos de otros films, fue convocada para participar en "Orquesta de señoritas" y durante su rodaje conoció al director Luis César Amadori, con quien se casaría años más tarde.

Zully Moreno era ya una actriz en potencia. Su nombre apareció en los elencos de "El profesor Cero", con Pepe Arias y "Papá tiene novia", donde conoció a Aída Luz quien se convertiría en una de sus más cercanas amigas. Y logró destacarse por primera vez en la pantalla en "En la luz de una estrella" como segunda figura después de Ana María Lynch. En 1942 le dieron su primer protagónico en "Ültimo piso", un film menor que, de todos modos, le sirvió para cimentar su ya creciente popularidad: compartir el cartel con Mirtha Legrand en "Su hermana menor", dirigida por Enrique Cahen Salaberry.

Pero su verdadero debut cinematográfico como rpotagonista fue en "Stella", realizada por Benito Perojo. Zully Moreno deslumbró en esta producción de alto presupuesto, que fue el primer paso para convertirla en una figura estilo Hollywood. Su elegancia y su glamour la hacían destacar por sobre el resto de las actrices. Siempre aparecía rodeada por suntuosas escenografías y ella misma se encargaba de supervisar sus costosos vestuarios.

En 1944, otra vez bajo la batuta de Luis César Amadori, realizó "Apasionadamente", junto a Pedro López Lagar, y un año después, también dirigida por Amadori, protagonizó "Dos ángeles y un pecador". Las revistas del corazón comenzaron a hablar acerca de un romance entre ellos. Zully, sin embargo, continuó su carrera a las órdenes de otros realizadores. En 1946 se lució en "Cristina" y en "Nunca te diré adiós", junto a Ángel Magaña; en "Celos" con Pedro López Lagar, donde demostró ser una excelente actriz dramática, y en "La gata", film que se mantuvo durante muchas semanas en cartel. En abril de 1947, Zully Moreno y Luis César Amadori se casaban. El matrimonio se instaló en una suntuosa mansión en Martinez y en 1948 ambos, ella como protagonista, él como director, lograron el mayor éxito de sus respectivas trayectorias: la concreción de "Dios se lo pague", una historia romántica y pasional que se conoció exitosamente en casi todas las pantallas del mundo.

Junto a Arturo de Córdova, su pareja en "Dios se lo pague", rodó luego "Nacha Regules", en una filmografía integrada por casi 30 películas. Zully Moreno fue, por aquella época, una de las actrices más populares y queridas por el público argentino y de toda América latina. Sus éxitos de taquilla encumbraron económicamente a la productora Argentina Sono Film, de la cual Amadori era uno de sus dueños.

Luego de la muerte de Amadori, en 1977, su esposa se hizo cargo de la dirección del teatro Maipo, pero poco después su vida se rodeó de una aureola de misterio y sólo fue vista en contadas ocasiones. Había sido internada en un instituto geriátrico, afectada por el mal de Alzheimer. Atrás quedaba su rostro perfecto, su constante seducción. Quedó convertida en un mito de la mejor época de nuestra cinematografía. Sus restos fueron velados en la mayor intimidad y recibieron sepultura el 26 de diciembre de 1999, en el panteón de la Asociación Argentina de Actores.
(Extraído de La Nación Dic.de 1999)

28 octubre, 2008

El perrito de la "Victor"



Han transcurrido ya 93 años desde la aparición del emblema que hizo a un perrito foxterrier, llamado "Nipper", convertirse en el perro más popular y conocido del mundo.
Las circunstancias sumadas a las coincidencias, jugaron a favor de Nipper para que él fuera el integrante más importante, del símbolo comercial más famoso y conocido hasta el presente. La feliz idea del pintor inglés Francis Barraud de plasmar con óleo en la tela la escena que observó repetidas veces en su casa, tuvo su origen cuando recibió como herencia, entre otras cosas, un fonógrafo con cilindros de cera y el perrito Nipper que pertenecieron a su hermano, fallecido poco tiempo antes.
Fue así que, cuando Barraud reproducía ese fonógrafo uno de los cilindros, grabados con la voz de su hermano, observaba que Nipper se acercaba a la bocina y mirándola escuchaba atentamente la voz de su antiguo amo. Tal cual ese momento, fue pintado por Barraud. Tan simple como auténtico, su título His master's voice (La voz de su amo), ocurrió en el año 1895.
Tiempo después esa obra fue ofrecida a la Edison Bell Co.de Londres, pero la oferta fue rechazada por esa compañía, inventora del fonógrafo a cilindro. Ante esa negativa de compra, Francis Barraud decidió entonces colgar el cuadro en una de las paredes de su taller.
Allí permaneció durante 4 años hasta que enterado de dicha obra, se presentó ante el pintor el señor William Barry Owen y le sugirió a Barraud que reemplazara el fonógrafo a cilindro de Edison de 1877, por el gramófono a disco inventado por Emilio Berliner en 1888. Barraud así lo hizo. Sobre la figura del fonógrafo pintó la del gramófono. Era en 1899 y la obra adquirió ese mismo año, la pequeña y modesta "Gramophone"
en la que William B.Owen se desempeñaba como gerente de relaciones y propaganda. Fue a partir de la adquisición de tal obra que ambos, "Gramophone" y "Nipper" comenzaron a mostrarse y hacerse famosos en el mundo entero pues todos los productos fabricados por la compañía, llevaron sin excepción impresos o moldeados ese simpático emblema que cumplirá su primer siglo de existencia.
Desde las primeras grabaciones acústicas sobre matriz de cera hasta las actuales láser, compactos y digitales, llevaron, llevan y seguramente llevarán a Nipper sentado frente a una bocina como símbolo de la grabación y reproducción del sonido. (Extraído de la web).

27 octubre, 2008

Pedro Laurenz (1902-1972)


Nació en La Boca, Garibaldi 1335, el 10 de octubre de 1902, como Pedro Blanco. Era Hijo de Pedro Blanco y Rafaela Acosta. El apellido "Laurenz" que usó profesionalmente lo tomó de sus medio hermanos mayores, ya que su madre había estado casada en primeras nupcias con un señor Laurenz. Se inició en la música tomando clases de violín; en cuanto al bandoneón , fue autodidacta en su estudio. A los 15 años vivía en Montevideo y debutó a los 20, en el quinteto de Luis Casanova en el café Au Bon Jour. El conjunto estaba integrado por Casanova (piano), Edgardo Donato, Roberto Zerrillo (violines), Eustaquio y Pedro Laurenz (bandoneones).
Ya en Buenos Aires, Laurenz y Casanova formaron un cuarteto y poco después, el bandoneonista pasó a la orquesta de Roberto Emilio Goyeneche. Compuso el tango "El rebelde" junto a Emilio Marchiano. Conoció entonces a Julio De Caro quien le ofreció reemplazar a Luis Petrucelli, es él quien lo bautizó como Pedro B.Laurenz, el apellido de los medio hermanos, a los cuales De Caro conocía.
A los 22 años ya era el segundo bandoneonista del sexteto de Julio De Caro. El 15 de abril de 1934, ya alejado de De Caro, debutó al frente de su orquesta en el café Los 36 Billares, en donde dieron una especie de versión moderna de lo realizado por De Caro. El 14 de julio de 1937 grabó para Victor donde registró sus composiciones "Milonga de mis amores" (cantada por Héctor Farrel) y "Enamorado" (instrumental). En 1943, Laurenz pasó al sello Odeón, donde grabó hasta 1947. Luego de más de una década volvió a acceder al disco en 1960 como integrante del Quinteto Real en el bandoneón.
En 1965 participó en el cortometraje "Fueye querido". En 1969, cuando se disolvió su anterior quinteto formó uno nuevo bajo su dirección.
En 1970 actuó con su cuarteto en el neoyorkino Carnegie May. Fue su última actuación, falleció el 7 de julio de 1972. (www.elportaldeltango.com).

26 octubre, 2008

Barrio de Flores

Debe su nombre a Ramón Francisco Flores, fundador del poblado. Flores fue un pueblo separado de Buenos Aires hasta febrero de 1888 cuando se decretó que, junto con Belgrano, se incorporara al "Municipio de la Capital".
La denominada Plaza Flores, el corazón del barrio, en realidad se llama Plaza Gral.Pueyrredón. Allí crece un retoño de algarrobo de la chacra, ubicada en San Isidro, de Juan Martín de Pueyrredón y hay una estatua del prócer.
El pasaje Marcoartú, Bolivia 202, fue construido en 1914 por el arquitecto Arnaut. Se levantaban allí viviendas de trabajadores del FC Sarmiento. Desde hace algunos años, una de las 2 cuadras del pasaje se llama "Del ángel gris", por Crónicas del Ángel Gris, el libro de Alejandro Dolina cuyas historias transcurren en ese barrio. El ángel, además está plasmado en un mural de la estación ferroviaria pintado por Carlos Terribili.
La sucursal Flores del Banco de la Nación Argentina, Rivadavia y Pedernera, es la más grande de la ciudad, después de la casa central. Fue inaugurada el 25 de mayo de 1910, en el marco de los festejos por el Centenario de Mayo.
En el primer camposanto de Flores de 1807, junto a la Basílica de San José, sólo se inhumaban esclavos negros o vecinos pobres. Actualmente cubre aquel viejo cementerio la calle Rivera Indarte. Diversas leyendas urbanas hablan de fantasmas y almas en pena que deambulan por el lugar.
Los pasajes Salala y Pescadores, rodean a la Basílica. Fueron construidos por Pedro Roberts con el propósito de aumentar el valor de las casas vecinas y de recaudar fondos para la construcción del actual templo. Perpendicular a los pasajes nace un tercero, General Espejo, desde 1879. La traza de esa manzana es única en Buenos Aires.
(Diego Zigiotto)

La Paternal

Este barrio debe su nombre a la Sociedad de Seguros La Paternal, propietaria de esas tierras. Comenzó a llamarse de ese modo cuando en 1904 el FC Buenos Aires al Pacífico decidió cambiarle el nombre a la estación Chacarita por solicitud de la Sociedad de Seguros La Paternal, propietaria de terrenos vecinos donde se construían casas para obreros.
La avenida Warnes es la más antigua del barrio. En sus terrenos baldíos comenzaron a acumularse carros, camiones viejos y semidestruídos, hasta que con el tiempo se convirtió en un verdadero "cementerio de automóviles". Así, sin que nadir lo programara deliberadamente, nació en la zona una nueva actividad comercial, la venta de repuestos mecánicos, que se prolongó al vecino barrio de Villa Crespo.
El apodo "bichos colorados" que identifica al club Argentinos Juniors, se debe al rojo predominante de su camiseta. El club fue fundado en al año 1904.
El 16 de marzo de 1991 se demolió uno de los edificios más famosos de la ciudad, el "Albergue Warnes", ubicado entre las avenidas De los Constituyentes, Warnes, Chorroarín y las vías de Fc Urquiza. Proyectado en 1950 por la Fundación Eva Perón como el hospital pediátrico más importante de sudamérica, su construcción se paralizó cinco años después , por orden de la Revolución Libertadora. Con el paso del tiempo, cientos de familias sin recursos fueron ocupando la obra abandonada. Después de sucesivos traslados, en 1990 sus últimos moradores recibieron viviendas en un nuevo complejo habitacional de Villa Soldati, el Ramón Carrillo, que casualmente lleva el nombre del médico que había soñado con ese grandioso hospital. La espectacular implosión del albergue fue presenciada por 60.000 personas Los herederos del propietario original vendieron los terrenos a una multinacional que construyó allí un centro comercial rodeado de espacios verdes. (Diego Zigiotto).
Nota: Las grandes pasiones de mi viejo eran el fútbol y la historia. Socio vitalicio del Club Atlético Argentinos Juniors, disfrutó de Diego... sufría y gozaba por el equipo acompañandolo desde la platea del estadio, que lo vió concurrir con frío, viento o lluvia.

Un lugar en el mundo

Clara Anchorena dio origen al nombre de Santa Clara del Mar. En tiempos de la Belle Epoque era común que niñas, señoritas y señoras dieran origen a buena parte de nuestra toponimia:
Valeria del Mar: surgió cuando Valeria Guerrero (tía de la célebre Felicitas) se distanció de sus socios en el emprendimiento de Pinamar y fundó su propio balneario. El homenaje se lo hizo a su abuela: Valeria Cueto de Cárdenas.
Teresa Lacroze: era sobrina de Federico y Julio. Se casó con Enrique Duhau, propietario de la estancia San Bernardo, en la costa del Atlántico. Existía un almacén que su dueño había llamado Santa Teresa en honor a la señora de Duhau. Años después, al crearse un nuevo balneario, los fundadores pensaron llamarlo como el almacén, pero optaron por el diminutivo: Santa Teresita.
Las hermanas Rafaela Rodriguez de Eguzquiza y Susana Rodriguez de Quintana, quien fue Primera Dama, han sido recordadas en dos ciudades de Santa Fe: Rafaela y Susana.
Villa Adelina: el nombre de la estación ferroviaria continua a Munro, recuerda a Adelina Drysdale, nieta del administrador del ferrocarril, Mr.Duncan MacKay Munro.
Alfredo Froilán de Urquiza, nieto de don Justo José y de su segunda novia, Segunda Calvento, se casó con Lucila Marcelina de Anchorena. Le construyó en 1915 un imponente palacio, que llamó La Lucila, en parte de las 13 hectáreas que ella había heredado en San Isidro, pero que no pudo disfrutar mucho: murió a los 2 años de que se completara la construcción. La casona se mantuvo algunos años y ese fue el nombre que le quedó al barrio de Olivos.
El nombre de Villa Elisa de Entre Ríos es un homenaje a la mujer del fundador de la ciudad, Héctor de Elía. La agraciada se llamaba Elisa María Dickson, pero no se sabe si alguna vez pisó su lugar en l mundo, ya que se peló con su marido y se fue a vivir a Inglaterra.
Una tocaya, Elisa Uriburu, pariente de los presidentes con ese apellido, se había casado con Luis Castells. Su casa era uno de los principales puntos de reunión social. Castells, hombre de fortuna, bautizó a su quinta Punta Lara, provincia de Buenos Aires, con el nombre de su amada: Villa Elisa. A partir de esa propiedad creció la ciudad con el mismo nombre. En aquella quinta, Castells dejó viuda a Elisa al suicidarse en febrero de 1897, por problemas económicos.
(Historias insólitas de la historia argentina - Daniel Balmaceda)

25 octubre, 2008

Los Inmortales

A veces las oportunidades surgen de situaciones insólitas. Es lo que le ocurrió en 1905 a León Desbernats, francés de 26 años, radicado en la Argentina desde los 14. Trabajaba como jefe de la sección corbatas de la tienda Gath & Chávez y había incorporado a su rutina tomar un cafecito en un bar poco concurrido de Corrientes, entre Suipacha y Carlos Pellegrini. El lugar se llamaba Café de Brasil y en la vidriera ostentaba una foto del héroe brasileño de moda: el pionero de la aviación Santos Dumont. Con el tiempo, Desbernats se convirtió en parroquiano del lugar y entabló una relación con el dueño, Calixto Milano, quien le tomó confianza y le ofreció hacerse cargo del bar, donde sólo se servía café y nada más que café.
Para el francés, el cambio no era sencillo. Debía optar entre la seguridad del empleo como el de Gath & Chávez, que le permitía un ingreso periódico aceptable, o la aventura de un sueldo superior ( 90 pesos mensuales), pero en un bar que no figuraba en la preferencia de los porteños. De todas maneras, no tardó en contestar. Ya había asumido el riesgo de abandonar Francia cuando tenía 15 años y estaba preparado para los desafíos. Observó el lugar y sugirió hacerle algunas modificaciones. Don Calixto estuvo de acuerdo y León aceptó el empleo. Cambió de rubro y de destino.
En sus primeras semanas como gerente del Café de Brasil, recibió la visita de un grupo de jóvenes estudiantes universitarios. Le explicaron al mozo que no tenían dinero y se preguntaban si era posible tomar un café con leche (se llamaba completo) y pagar la cuenta más adelante. El mozo consultó con León, quien se acercó a la mesa de los estudiantes y les propuso atenderlos y fiarles, a cambio de que ellos promocionaran el café entre otros jóvenes. La estrategia de marketing funcionó de la manera más efectiva. En pocas semanas, el Café, al que todos conocían como el de Santos Dumont por la gran foto del aviador en la vidriera, se convirtió en el lugar de moda de los intelectuales. Escritores, anarquistas, políticos, escultores, artistas, pintores y periodistas poblaban las mesas del popular café, pero sin mezclarse. Cada grupo afín tenía su lugar. Hasta que alguien, ese alguien parece haber sido el escritor Alfredo Gerchunoff o su colega Florencio Sánchez, se le ocurrió, mirando la cantidad de celebridades que colmaba el recinto, que ese lugar debía llamarse "El Café de los Inmortales". El nombre parecía hecho a medida del bar.
Una tarde, el poeta Evaristo Carriego habló con el francés León y lo convenció: al día siguiente, el cartel que anunciaba "Café de Brasil" fue reemplazado por uno que indicaba "Café de los Inmortales". Entre las especialidades de la casa figuraba la de no molestar al cliente. Un parroquiano podía ocupar una de las mesitas redondas para 4 personas (apretadas), pedir un café y pasarse 2 horas o más en su mesa sin que ningún mozo lo empujara hacia la calle con la mirada. Algunos años después, un negocio que ofrecía sándwiches y pizzas, a 4 cuadras de Café de los Inmortales, que ya había desaparecido, decidió volver a utilizar el nombre. ("Historias insólitas de la historia argentina" - Daniel Balmaceda).

Barrio de Barracas

En el siglo XIX, Barracas era un amplio espacio verde, con cañadas, arroyos y bosques y una zona residencial que había crecido en torno a la Calle Larga. En ella transcurrían los veranos de familias como los Montes de Oca, los Cambaceres y los Álzaga que se trasladaban llevando consigo servidumbre, pericos y pianos. En ese entorno de quintas, lo más distinguido de la sociedad porteña organizaba paseos y cabalgatas. Ese paisaje, entre agreste y señorial, fue el elegido por José Mármol para situar la acción de Amalia, obra que marca el nacimiento de la novelística argentina. Para fines de siglo, con Buenos Aires en pleno proceso de metropolización, las quintas fueron gradualmente abandonadas. Las nuevas funciones sociales asumidas por la elite exigían un escenario mucho más grandilocuente, y Barracas entretanto comenzó a recibir masivamente a inmigrantes europeos y a las primitivas industrias. ("Buenos Aires tiene historia" - Watson/Rentero y Di Meglio).

Quintas del Sur

La ocupación de las zonas rurales incorporadas a la ciudad fue obras de iniciativas privadas y del mercado inmobiliario; pero la facultad de decidir dónde se abría cada calle y avenida, qué espacios se destinaban a plazas y parques, quedó en manos de la Municipalidad. De acuerdo con Adrián Gorelik, existió una preocupación del Estado por construir y controlar "desde arriba" ese nuevo espacio público metropolitano, que iba en consonancia con un proyecto de reforma política que la elite gobernante delineó en la década anterior al Centenario. Así, el mantenimiento de la cuadrícula española no habría sido simplemente una herencia de los tiempos coloniales. El amanzanamiento uniformado de la ciudad, al tiempo que favorecía la expansión inmobiliaria, impedía el surgimiento de "suburbios diferenciados" independientes del corazón urbano que era la Plaza de Mayo. Ayudaba, en teoría, a la integración de las clases populares en pequeñas comunidades y hacía posible la distribución equitativamente de los servicios públicos (aguas corrientes, cloacas, electricidad, teléfonos, iluminación pública, calles pavimentadas, transportes). Junto con la educación pública, el servicio militar obligatorio, la liturgia patriótica o la reforma política (que daría lugar a la ley electoral de 1912), esta cuestión "urbana" fue otro medio por el cual el Estado procuraba "crear"ciudadanos homogéneos que legitimaban el sistema político. Era una ciudad, donde la agitación popular, gremial y política, se hacía sentir con fuerza en los albores del siglo XX, estas ideas reformistas eran un intento por paliarlas. Hacia 1900, la zona de la estación Plaza Constitución, establecía el límite de la ciudad "oficial". La proximidad del centro y la presencia de la palaciega terminal ferroviaria (reedificada entre 1864 y 1932) diluían su condición de "frontera" y el aire que se respiraba era muy cosmopolita. Los suntuosos palacetes franceses que rodeaban la plaza o se alineaban a lo largo de la avenida Caseros, con ciertas pretensiones de convertirse en "la Alvear del sur", terminaron por albergar degradadas pensiones, que se alternaban con las casas chorizo de la clase media baja. El ambiente prostibulario se confundía con el más aristocrático que irradiaba la elite porteña, en periódica peregrinación hasta los andenes del Ferrocarril del Sud. La estación era la primera parada en el viaje a las estancias y al balneario que hacía furor: Mar del Plata, afianzado como el Biarritz sudamericano.
Cada barrio porteño tuvo un origen y una trayectoria diferentes. Barracas tomó su nombre de los galpones donde se almacenaban cueros desde comienzos del siglo XIX. Había un pequeño caserío en torno del camino que iba a la campaña, luego llamado Calle Larga y hoy Av.Montes de Oca. En el cruce de Montes de Oca y Suárez, estaba "la esquina de la banderita", un puesto de control policial para saber quien entraba y quien salía de la ciudad y unas cuadras hacia el centro se ubicaba la parroquia de Santa Lucía.("Buenos Aires tiene historia" - Watson/Rentero y Di Meglio).

Estilos...

En Venezuela 469 encontramos el austero frente colonial de la Casa de Liniers, una construcción de 1788. Su propietario original fue Martín de Sarratea y pasó a manos de Santiago de Liniers tras casarse con su hija María Martina. En esta vivienda el general Beresford firmó su rendición durante la primera invasión inglesa. Luego fue heredada por la familia Estrada, que tiene su famosa editorial el la misma manzana, pero sobre la calle Bolívar. Ángel Estrada que editaba la revista "Anales de la Sociedad Rural", en 1869 abrió este establecimiento, que hasta la actualidad se caracteriza por la edición de materiales para la enseñanza. La empresa restauró y mantiene la antigua vivienda del Virrey Liniers, que desde 1942 es monumento histórico nacional. De la edificación original solo queda la fachada, pero sirve para distinguir las características de la auténtica arquitectura porteña del período hispano. En Buenos Aires, la denominación "estilo colonial" se presta a grandes confusiones, y esto se debe a que muchas casas del casco histórico fueron remodeladas siguiendo el estilo "neocolonial", que se afirmó en las primeras décadas del siglo XX. Hay que destacar que, a diferencia de lo que ocurría en ciudades como México y Lima, las construcciones de Buenos Aires eran demasiado precarias en tiempos de dominación hispana. Como es fácil apreciar en la Casa de Liniers, las imperfecciones y asimetrías eran muy comunes, las ornamentaciones más que escasas y la mayoría de las viviendas contaban con una sola planta, rematada por un techo de tejas. Las habitaciones se organizaban alrededor de los patios y sólo las familias más pudientes dispusieron de aljibe. ("Buenos Aires tiene historia" - Watson/Rentero y Di Meglio)

24 octubre, 2008

En el Parque Lezama....

Sobre la Av.Martín García , se emplaza el Monumento a la Cordialidad Internacional, obra de Antonio Peña, donado a Buenos Aires por Uruguay en 1936. Para reunir la cantidad necesaria de bronce se desguazó un viejo crucero. Además, fue necesario recurrir a la fundición de monedas de 10 centavos recolectadas y donadas por escuelas de Montevideo. La columna del monumento muestra la situación de las constelaciones el día de la fundación de Buenos Aires. (Extraído de "Las mil y una curiosidades de Buenos Aires" - D.Zigiotto).

Bandas y bastones con historia

La banda presidencial más valiosa que se exhibe en el Museo de la Casa Rosada pertenece al segundo período de Julio A.Roca, cuyo sol, escudo nacional y borlas fueron confeccionados con hilos de oro, diamantes y esmalte. Roque Sáenz Peña utilizó en su mandato la misma banda que años atrás había portado su padre, Luis Sáenz Peña. El bastón que recibieron ambos era del abuelo Roque, ministro de la Corte durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. El bastón que usó Domingo F.Sarmiento fue un regalo de Justo J.de Urquiza y la banda de Nicolás Avellaneda, obsequio de Sarmiento. Eduardo Lonardi se calzó la banda de Hipólito Yrigoyen. Adolfo Rodriguez Saá y Eduardo Duhalde, por su parte, usaron la banda y el bastón de Raúl Alfonsín, ya que en medio de la crisis política y económica que atravesaba el país, resultó imposible la confección de estos atributos en tan poco tiempo. (Extraído de "Las mil y una curiosidades de Buenos Aires de D.Zigiotto).