Contame algo lindo....

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14 junio, 2008

El decimocuarto

Cuando en 1852 la batalla de Caseros marcó el fin del período de Juan Manuel de Rosas, su cuñado Lucio Norberto Mansilla entendió que era hora de tomarse un descanso de tanto trajín bélico, ya que venía combatiendo desde 1810 y resolvió dar unas vueltas por Europa junto a su hijo Licio Victorio Mansilla, de 20 años, quien andaba un tanto ansioso y encabritado por una serie de romances turbulentos. En aquel viaje, los Lucios descubrieron una actitud parisina que les llamó la atención y que, de implantarse en nuestras pampas, sería bien recibida por los fóbicos del número 13. Lucio V., explicó el extraño oficio en uno de sus textos. "En Francia, nación cultísima, hay una industria que no tardará en introducirse en Buenos Aires". Se refería al "quatorzième" (decimocuarto), un recurso inventado para que nunca hubiera en una mesa 13 personas. Aún se sostiene que tal cantidad trae mala suerte y el origen de la superstición se remonta a la Última Cena, donde fueron 13 los comensales (Jesús y los 12 apóstoles, ya que María y a Magdalena no las contaron), cena que terminó de una manera trágica cuando al día siguiente crucificaron a Jesús. En Francia, como en cualquier otra parte del mundo, podía ocurrir que por algún motivo accidental, ausencias, demoras o llegadas imprevistas de invitados, los asistentes a una comida fueran 13. Entonces se contrataba al "decimocuarto". Según explicó Mansilla, "el quatorzième" no puede ser cualquiera. Se requiere ser joven, no pasar de 35 años, tener porte simpático, maneras finas, vestir bien, hablar varios idiomas y estar al cabo de todas las novedades de la época y del día. El oficio era bien retribuido y en todos los barrios había uno: "Es como el médico", aseguraba Lucio Victorio. La participación del novedoso sujeto terminaba cuando llegaba el invitado que se había retrasado. Entonces, "el quatorziéme" se retiraba con disimulo y muchas veces continuaba sus tareas en alguna otra comida. A pesar de las predicciones de Mansilla y de la buena predisposición de los porteños para copiar modas europeas, la costumbre del "decimocuarto" no llegó al Río de la Plata....por lo menos hasta ahora. (De "Historias insólitas de la historia argentina" - Daniel Balmaceda).

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