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24 mayo, 2010

La cápsula del tiempo

Entre los tantísimos actos relacionados con el Centenario de Mayo, hubo uno muy particular que se llevó a cabo en la ciudad de Arrecifes, en la provincia de Buenos Aires. La propuesta partió del intendente municipal, José Acacio Ramos, quien -según nos cuenta la puntillosa investigadora arrecifeña Stella Maris Arzuaga-  deseaba dejar un testimonio de la sociedad del 900 para las futuras generaciones. Don Acacio Ramos sugería reclutar firmas y saludos de sus contemporáneos y enterrarlos en la plaza Bartolomé Mitre, que es la principal, para que allí se mantuvieran hasta que en el 2010 fueran desenterrados y compartidos por los vecinos de Arrecifes. Se estableció que el recipiente fuera una soberbia urna de mármol que se pondría en un basamento apuntalado bajo tierra y en la superficie, a ras del piso, un segundo mármol con la inscripción "RESPETAD".
El viernes 22 de abril de 1910 los legisladores del municipio dieron forma a la idea del intendente. Resolvieron que uno de los pliegos que debía contener era precisamente el acta que estaban debatiendo con las firmas de todos, más las de los jueces de paz, los alcaldes, los jefes del registro civil, la policía y los empleados administrativos. También acordaron que otro de los papeles que viajarían en la cápsula del tiempo levara las firmas autógrafas de los titulares de las comisiones de festejos, de las asociaciones que representaban a las comunidades extranjeras, de las autoridades de los colegios, de las corporaciones y también, subrayando el carácter democrático del acto que los trascendería, del pueblo.
Monedas acuñadas para la ocasión, carta para la posteridad, recortes de diarios de la
época y algunos objetos más fueron a parar a la cápsula del tiempo.
Desde ya, estaban dispuestos a facilitar la tarea de sus bisnietos y tataranietos. Por ese motivo, se resolvió especificar que la urna de mármol de colocaría "en el vértice que forman las calles de paraísos de la plaza norte-oeste y sud, a diez metros del ángulo este de la misma, debiendo ir a un metro y sesenta centímetros de profundidad".
El acta expresa que as indicaciones se daban "para que la generación del año dos mil diez pueda encontrarla sin dificultad".
Sin embargo, existe un problema. Nadie puede determinar cuál o cuales fueron las calles de los paraísos que rodearon a la plaza Mitre hace cien años. Tampoco hay una memoria documental sobre la existencia del mármol con la inscripción "RESPETAD". La construcción de veredas en la plaza, realizada en 1932, puede haber sepultado pistas. En Arrecifes se tejen todo tipo de especulaciones acerca de dónde puede estar dicha urna histórica, cuyo paradero subterráneo es un misterio.
(Daniel Balmaceda - Historias inespeadas de la Historia Argentina)

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