Contame algo lindo....

Contame algo lindo....
Para conocer relatos de barrio, de música, de nuestra historia y de quienes la forjaron....

10 febrero, 2009

Popeye en versión paqueta



Nicolás Mihanovich era un marinero croata que sabía llegar a buen puerto: se casó con la viuda de su patrón, hizo negocios con el Estado y prosperó a más no poder. Fue una historia de amor impertinente entre un joven marinero y una viuda adinerada. Un romance muy incómodo para la época, 1870, que le facilitó al humilde timonel el ingreso a la incipiente burguesía nacional. Nicolás Mihanovich llegó a Buenos Aires, a fines de 1860 luego de un breve paso por Paraguay y Uruguay. Era croata, tenía 20 años, sabía sólo un puñado de palabras en castellano y tenía como único capital su oficio de marinero. Su primer empleo lo tuvo en una pequeña empresa naviera del puerto de Buenos Aires. El muchacho se mostraba emprendedor y pronto se ganó la simpatía del dueño de la compañía, Juan Bautista Lavarello, su esposa Catalina y sus hijos. Rápidamente ascendió a timonel. Pero resulta que el señor Lavarello se murió meses más tarde en un accidente. Y habrá pasado, seguramente, que entre tanto abrazo de consuelo, la flamante viuda y el intrépido marinero quedaron drásticamente entusiasmados. No perdieron tiempo en paradas formales ni lutos de rigor. Mihanovich pasó a ser en nuevo jefe de la familia y socio de la empresa. Si la historia resulta negra o rosa es cuestión de buena voluntad. Pongamos rosa. Bajo la nueva figura societaria el crecimiento de la empresa fue vertiginoso. Cada año sumaban más embarcaciones y rutas comerciales. Además don Nicolás empezó a manejarse bastante bien dentro del poder político y obtuvo algunos beneficios en la década del '80 le otorgaron el monopolio del control sanitario de inmigrantes. Con este nuevo paso como contratista del Estado la compañía tuvo un gran espaldarazo. En esos años, en medio de una gran crisis, mientras la mayoría de las compañías navieras quebraban y vendían sus barcos a precios más que módicos, don Nicolás, con un ingreso fijo por inmigrante, los compraba. Cuando la Argentina festejaba el Centenario, Mihanovich era una figura sobresaliente en esos cuadros repletos de bigotudos con panzas y galeras. La compañía Argentina de Navegación Nicolás Mihanovich era una de las más importantes de América con una flota de 350 embarcaciones, entre transporte de pasajeros, de carga, remolcadores y lanchas de distintos tamaños. También en tierra, llevó adelante emprendimientos: construyó un par de edificios en Buenos Aires, participó del negocio forestal y del cuero; fue accionistas de algunos frigoríficos y bancos. Pensó, además, en el descanso de la nutrida muchachada top de la época y fundó la Sociedad Balnearia Punta del Este, para impulsar el turismo en esa ciudad. La empresa que hasta el momento seguía siendo familiar, aunque se trataba de una familia bastante extendida, a los 6 hijos que Catalina tuvo con el desafortunado Lavarello, se le sumaron otros 6 que tuvo con Nicolás, lo que hizo cambiar la parte societaria. Nicolás decidió incorporar nuevo capital para seguir agrandando la compañía y con inversores ingleses como socios transformó su empresa en The Argentine Navigation Company Nicolás Mihanovich Limited. En 1914 Nicolás tuvo un serio problema: la Primera Guerra Mundial le estalló en la vitrina de su casa: las placas y medallas de mérito que le había otorgado la corona inglesa entraron en directa contradicción con las que le había entregado la corona austro-húngara por ser, como croata, un digno súbdito del imperio. El principal accionista de una compañía con capitales ingleses tenía un título nobiliario del imperio enemigo. Sin embargo, el negocio fue más fuerte y la empresa sobrevivió a la desaparición del impero austro-húngaro y a la vieja geografía europea. Pero no pudo sobrevivir a la historia argentina. Nicolás murió en 1929, unos años antes, había vendido la empresa a la familia Dodero, otro de los grupos nacionales fuertes de navieros y armadores. En adelante, la compañía navegó con distintos nombres y suerte, hasta que en los años 90, casi sin barcos, desapareció.
Gustavo Baiman

2 comentarios:

  1. el patrón era Juan Bautista Lavarello hermano de de mi abuelo quien muere en forma trágica.

    ResponderEliminar
  2. mariana no , soy Viviana Maria Lavarello

    ResponderEliminar